Créditos de la imagen: AFP

ANÁLISIS: La historia muestra que las ambiciones golpistas no deben subestimarse

Los acontecimientos de este miércoles (26) dejaron claro que toda la farsa montada por quienes rodean a Jair Bolsonaro en las radios del Nordeste no es más que un intento de desacreditar el proceso electoral y justificar un intento de posponer las elecciones. Este movimiento tiene un nombre: golpe de Estado. Y quien lo apoye es un estafador.

Pero estos acontecimientos no deberían sorprender. Ha quedado claro durante mucho tiempo que Bolsonaro no respeta los principios republicanos y puede intentar subvertirlos. El rápido esclarecimiento de esta farsa radiofónica no será suficiente para frenar el ADN golpista del bolsonarismo.

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Pero lo preocupante es la tendencia, también en la prensa, a subestimar la posibilidad de que se produzca el golpe. En los últimos años, hemos sido testigos de una erosión gradual de nuestra democracia y no hay garantía de que todavía sea lo suficientemente sólida como para resistir los obstáculos que puedan surgir.

¿Hemos perdido la noción del peligro? Ayer, Bolsonaro, presidente de la República, convocó a los jefes de las Fuerzas Armadas para discutir un tema electoral, sobre el cual la Corte ya se había pronunciado. Una cuestión que está absolutamente fuera del ámbito de competencia de los militares. A su salida, concedió una entrevista reafirmando sus falsas acusaciones y atacando al poder judicial. También dijo que respetará lo que exige la Constitución. Pero, ¿puede tomarse en serio esta afirmación procedente de alguien que siempre ha despreciado las normas democráticas? ¿Nos hemos convertido en un país de ancianas de Taubaté?

Nuestra historia y los ejemplos recientes de otros países muestran que las ambiciones golpistas no deben subestimarse. En defensa de la democracia no hay lugar a dudas.

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