Créditos de la imagen: AFP

Bolsonaro intenta revertir la ventaja de Lula en Río

Estratégico para el bolsonarismo, Río de Janeiro recibió al menos una visita del presidente Jair Bolsonaro (PL) cada semana de la campaña electoral de 2022. El Estado se ha convertido en un objetivo prioritario para el jefe del Ejecutivo, que intenta revertir la ventaja del líder de la investigación, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT), en el Estado y en el País.

Río sigue siendo un refugio para algunos de los principales aliados del presidente. Se trata de partidarios como Fabrício Queiroz, ex asesor citado en investigaciones sobre fisuras en la Asamblea Legislativa de Río; el general retirado Eduardo Pazuello, quien estuvo al mando del Ministerio de Salud durante gran parte de la pandemia; y una de las manos derechas de la campaña, el diputado federal Hélio Lopes.

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“La preocupación por Río por la campaña de Bolsonaro se debe a que el Estado alberga los principales grupos de apoyo al presidente”, explica el politólogo Marcus Ianoni, profesor de la Universidad Federal Fluminense (UFF). “Ahí es donde predominan los evangélicos y donde está la base del bolsonarismo. Perder en Río significa perder la narrativa y señalar al resto del país la fragilidad de la campaña”.

Uno de los símbolos de la preocupación de Bolsonaro fue la celebración del 7 de septiembre. En busca de votos, el presidente se dirigió al malecón de Copacabana, barrio conocido por ser un bastión bolsonarista. Allí, en una actitud criticada por sus opositores como abusiva e ilegal, fusionó la celebración cívica con un acto electoral.

Otro objetivo fue el público evangélico. Aliado con pastores, como Silas Malafaia, de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo (Advec), el presidente acudió a servicios y eventos religiosos. En ellos, sacudió fuertemente la agenda moral, con ataques al aborto y a la despenalización de las drogas.

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El esfuerzo de Bolsonaro busca repetir los números logrados por Bolsonaro en Río en la última contienda presidencial. En 2018, obtuvo el 59,79% de los votos válidos en la primera vuelta, frente a sólo el 14,69% del candidato del PT, Fernando Haddad. En el estado, el petista logró uno de los peores resultados del partido ese año: quedó en tercer lugar.

Ahora, según una encuesta de Datafolha publicada el jueves (29), Lula tiene el 42% de las intenciones de voto en el Estado y Bolsonaro, el 37%. En la encuesta anterior, del 22 de septiembre, Lula tenía el 40%. Bolsonaro osciló entre el 38% y el 37%.

El presidente apoya a los líderes en la disputa por el gobierno y el Senado en Río: Cláudio Castro (PL), que intenta permanecer en el Palacio de Guanabara, y Romário (PL), que busca un nuevo mandato en el Congreso. Los dos se mantienen alrededor de 10 puntos por delante de sus oponentes.

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Según la politóloga Denilde Holzhacker, autora del libro Investigación Electoral, el alto índice de rechazo a Bolsonaro -el presidente alcanzó el 52% en las últimas encuestas- impide volver a los niveles de votación alcanzados en 2018.

“Bolsonaro cuenta con el apoyo de Castro y Romário, lo que en teoría ampliaría su capacidad de crecimiento en el Estado. Sin embargo, el elevado rechazo impide esta reanudación al final de la campaña. Perder en su estado tiene un impacto en su historia política y en su supervivencia postelectoral. Río y Minas demuestran que, incluso con la proximidad de los líderes a los gobiernos estatales, Bolsonaro no capitaliza”, explica.

LEGISLATIVO

Además del apoyo de Castro y Romário, Bolsonaro también cuenta con fieles aliados que compiten por escaños en la Cámara de Diputados y en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj). Fabrício Queiroz, ex asesor de Flávio Bolsonaro denunciado por malversación de fondos, Pazuello, Waldir Ferraz, viejo amigo de Bolsonaro, y diputados de la base ideológica del presidente hacen campaña para la reelección.

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El apoyo, sin embargo, no se convierte en intenciones de voto en las encuestas. Según el politólogo Ricardo Ismael, de la PUC-Rio, el apoyo de los candidatos a la Legislatura tiene poca influencia en los electores para la elección presidencial. “Los candidatos a diputados tienen un presupuesto bajo para sus campañas. Por tanto, el alcance es bajo y, normalmente, en sectores donde el presidente ya tiene apoyo. Estos candidatos se dirigen a grupos específicos, donde Bolsonaro no tiene potencial de crecimiento”, evalúa.

(Contenido de Estadão)

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