Créditos de la imagen: AFP

Irán impone pena de muerte a jóvenes por protestas

Un médico, un rapero y un futbolista se encuentran entre los más de 20 iraníes que podrían ser ahorcados, tras ser condenados a la pena de muerte, una táctica de intimidación del régimen para sofocar las protestas. Grupos de derechos humanos denuncian confesiones forzadas y pruebas falsas para condenar a jóvenes influyentes e intentar superar la revuelta popular.

Las dos primeras ejecuciones relacionadas con el movimiento de manifestaciones en el país, la de Mohsen Shekari, el 8 de diciembre, y la de Majidreza Rahnavard, el 12 de diciembre, ambas de 23 años, provocaron protestas y nuevas sanciones occidentales, sobre todo porque Rahnavard fue ahorcado en público. , no en prisión.

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En este contexto, los activistas piden una acción internacional enérgica para evitar nuevas ejecuciones.

“Hasta que el coste político de las ejecuciones no sea significativamente mayor, nos enfrentaremos a ejecuciones masivas”, advierte el director del grupo noruego Iran Human Rights (IHR), Mahmood Amiry-Moghaddam, quien acusa a las autoridades iraníes de utilizar las ejecuciones para “sembrar miedo y salvar al régimen”.

Irán se ha visto afectado por protestas desde la muerte, el 16 de septiembre, del kurdo-iraní Mahsa Amini, de 22 años, bajo custodia policial. Fue detenida por la policía moral acusada de violar el estricto código de vestimenta exigido a las mujeres.

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Desde su fundación en 1979, la República Islámica ha sido sacudida por varias oleadas de protestas. Esta vez, sin embargo, se trata de una crisis sin precedentes, ya que moviliza a diferentes etnias y clases sociales e incluye llamamientos directos al fin del régimen.

Según Amnistía Internacional, otras 11 personas fueron condenadas a muerte en relación con las protestas y nueve enfrentan cargos que podrían conducir a la pena de muerte.

El futbolista profesional Amir Nasr Azadani, de 26 años, también se enfrenta a la pena de muerte tras ser acusado de matar a tres guardias de seguridad en la ciudad de Isfahán en noviembre.

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Confesiones forzadas

El rapero Saman Seydi, conocido como Saman Yasin, quien apoyó la protesta en las redes sociales y está acusado de disparar al aire. Según Amnistía, fue torturado para obtener una confesión forzada.

Hamid Ghare-Hasanlou, médico, y su esposa Farzaneh Ghare-Hasanlou, se dirigían al funeral de un manifestante muerto cuando se encontraron “atrapados en el caos” de un ataque contra un miembro de la milicia Basidj, según a Amnistía.

Hamid Ghare-Hasanlou fue condenado a muerte y su esposa a 25 años de prisión. El tribunal se basó en declaraciones que, según Amnistía, le fueron tomadas por la fuerza a su esposa. Su marido fue torturado durante su detención y hospitalizado con costillas rotas.

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Entre los condenados a muerte se encuentra el rapero Toomaj Salehi, de 32 años, acusado "únicamente de críticas realizadas en su música y en las redes sociales", añade Amnistía, añadiendo que también en este caso hay denuncias de tortura.

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