Un estudio del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, asociado a la Universidad de Oxford , descubrió que la mayoría de los usuarios de TikTok, Snapchat e Instagram confían más en personas influyentes o celebridades para obtener información. En cambio, en Facebook y Twitter, redes menos utilizadas por los jóvenes, los periodistas siguen siendo la principal fuente de información. El estudio entrevistó a 94 mil personas, de 46 países, incluido Brasil.
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Esta tendencia no es nueva y ha sido constantemente destacada por esta investigación, realizada anualmente. Pero ahora este fenómeno ha cristalizado.
Esta es una observación seria, con graves consecuencias para nuestras libertades y para la democracia.
La producción periodística profesional y seria busca siempre difundir información contrastada y equilibrada. La información propagada por personas influyentes o celebridades o sitios web pseudoperiodísticos suele ser el resultado de chismes o publicaciones compartidas por terceros.
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Es importante dejar claro que el periodismo profesional tiene sus defectos, y son muchos. Hay periodistas buenos y malos. Y, por supuesto, hay ídolos de las redes sociales que tienen el debido cuidado a la hora de publicar contenidos noticiosos. Pero no son la regla.
El resultado de esto es que los jóvenes, especialmente, están cada vez más expuestos a noticias falsas y sesgadas y a un enfoque superficial de los acontecimientos. Esta fuente de información defectuosa conpromenuestra capacidad crítica de discernimiento.
Vulnerable a la manipulación
Al anclar su confianza en un individuo (persona influyente o celebridad), en lugar de en una fuente reconocida de periodismo profesional, los jóvenes se vuelven mucho más vulnerables a la manipulación. Esta situación alimenta la fuerza de las noticias falsas, de los movimientos extremistas y mesiánicos, como hemos visto en los últimos años, incluido, como vimos, en Brasil.
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¿Y qué se puede hacer para intentar paliar este problema? Hay varios caminos, pero uno es imprescindible: el periodismo y sus profesionales necesitan reinventarse para ganarse la confianza de la sociedad. La revolución tecnológica, las redes sociales, la inteligencia artificial y más son elementos que seguirán profundizando su impacto en nuestras vidas. No hay vuelta atrás. El periodismo necesita incorporar realmente estos cambios y no tratarlos con desdén. Sí, hay casos de periódicos y periodistas que van en esa dirección, pero son insuficientes, puntuales.
Mucho ha cambiado en el periodismo en las últimas décadas, pero el ritmo de esta transformación es mucho más lento de lo que hemos visto en nuestras vidas.
Los periodistas deben abandonar viejos dogmas elitistas y falsos moralismos y, con humildad, revolucionar su oficio. Antes que sea demasiado tarde.
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