Suelos sin las piedras originales, cristales rotos, muebles parcialmente sumergidos en agua y olor persistente a gas lacrimógeno. El estado de Palácio do Planalto, sede de la Presidencia en Brasilia, vandalizado por bolsonaristas, hizo llorar a sus empleados.
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“Lloré”, dijo este lunes (9) un empleado al regresar a trabajar en el edificio destrozado, un día después de la invasión de una multitud de partidarios del ex presidente Jair Bolsonaro.
Los equipos de limpieza barrieron y comenzaron a levantar sillones y otros muebles abandonados frente al edificio, algunos arrojados sobre el espejo de agua del edificio de grandes espacios, icono de la arquitectura modernista.
Mientras tanto, funcionarios del gobierno intentaban recuperar cierta normalidad tras la invasión a la sede de los Tres Poderes, en la capital federal.
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Fotos de expresidentes sobre el terreno
Los incidentes del domingo dejaron fachadas marcadas con graffitis y ventanas rotas; En el interior, puertas y ventanas sufrieron daños y algunos armarios fueron destrozados.
En Planalto, los invasores arrancaron piedras del suelo para usarlas como munición contra la policía y las ventanas de la fachada de esta joya diseñada por Oscar Niemeyer para la capital federal, registrada ante la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Mangueras contra incendios, sillas y otros muebles, incluida una gran mesa de madera tallada, quedaron expuestos a los elementos, junto con restos de proyectiles y bombas lacrimógenas utilizadas por las fuerzas del orden para dispersar a los invasores.
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Un leve olor a gas se percibía en los alrededores del edificio, más de doce horas después de los incidentes. A pesar de ello, el ambiente era tranquilo.
En el vestíbulo del palacio, fotos de expresidentes yacían en el suelo con los marcos rotos, con la pared de mármol donde suelen colgarse como testigo silencioso de la furia de los bolsonaristas.
Destrucción de propiedad pública
Según un empleado, todavía se veían rastros de sangre en las oficinas de la planta baja. Allí también quedaron heces y orina.
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El acceso al interior del Planalto quedó restringido por daños causados a las máquinas de rayos X.
Un grupo de empleados se encontraba comprobando los daños causados al cuadro “As Mulatas”, de Di Cavalcanti, que había sido atravesado varias veces, presuntamente con cuchillos.
El Palacio do Planalto alberga más de un centenar de pinturas y esculturas, además de muebles del propio Niemeyer.
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“Prácticamente todas las obras de arte están dañadas”, afirmó una empleada, que pidió que se preservara su identidad.
En el Congreso Nacional el panorama fue similar: vidrios rotos esparcidos por el piso, alambres colgando y muebles destruidos. La puerta del Senado estaba hecha jirones.
"Es una tragedia", dijo a la AFP Tiago Amaral, de 34 años, empleado de la oficina del senador del PT, Jaques Wagner. “La destrucción va más allá del daño a la propiedad pública, es un ataque a la democracia”.
Asedio de extremistas
1200 bolsonaristas que participaron en los actos de vandalismo fueron detenidos y enfrentarán una serie de delitos, como intento de golpe de Estado y daños a la propiedad pública. Financiadores, instigadores y autores intelectuales también están en la mira de la Policía Federal, informó el ministro de Justicia, Flávio Dino. “Habrá detenciones temporales y preventivas para garantizar el orden público”.
El ministro también dijo que un buen número de esos radicales se encontraban en el campamento bolsonarista frente a la sede de Brasilia, que fue desmantelada este lunes.
(Con información de AFP)
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