Violencia extremista en Brasil: ¿cómo retomar la construcción de la democracia?

La semana pasada estuvo marcada por el intento de represión por parte de las fuerzas policiales y judiciales de los actos de violencia perpetrados por grupos de extrema derecha, en carreteras y campamentos de todo el país. Los ataques de los seguidores de Jair Bolsonaro -más agresivos e incluso armados- tienen un objetivo claro: perturbar el proceso de transición gubernamental. Hablamos con el investigador del Centro de Estudios sobre Violencia de la USP, Pedro Moisés, para comprender la escalada de esa violencia y lo que significa para este momento en Brasil.

“Los ideales democráticos en Brasil, incluso antes de la victoria de Jair Bolsonaro, no estaban completamente consolidados. Entonces, más que reconstruir lo que fue destruido con el revés de los últimos años, debemos seguir impulsando una política verdaderamente democrática. Tenemos que retomar la construcción de un país verdaderamente democrático”, evalúa el investigador Pedro Moisés, de NEV/USP.

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Y esta recuperación no será fácil: durante los últimos años en Brasil, ha habido un crecimiento –fomentado por el presidente Jair Bolsonaro y sus aliados– de movimientos autoritarios que no quieren democracia y pretenden imponer, mediante la violencia, una visión única. del mundo para todos los brasileños.

Y las imágenes de los últimos ataques extremistas en el país dejan muy clara la escalada de esta violencia:

“Más que una ideología y una posición política –autoritarismo y antidemocracia–, los miembros de este movimiento representan una forma de actuar en el mundo, que irrespeta el resultado de las elecciones democráticas de manera violenta, intolerante y odiosa, como lo es su propia forma de pensar sobre este mundo”, evalúa el investigador.

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Pedro Moisés entiende que, hoy, los manifestantes que están en las carreteras y en las barricadas de todo el país son los activistas más radicales y más convencidos, dispuestos a perpetuar actos violentos para imponer su voluntad.

“Son los bolsonaristas más convencidos, enojados y violentos, que se organizan, a veces de forma espontánea, otras de forma más orquestada. Tenemos pocos datos para decir con precisión cómo actúan”.

Pero ¿qué hay detrás de esta violencia?

"Lo que quieren es mandar un mensaje: 'cuidado, el juego no ha terminado'. Si bien ya tenemos el proceso electoral concluido, el hecho de que el presidente Bolsonaro se haya demorado en comentar la derrota, legitimó las protestas de sus seguidores y ahora, recientemente, su partido (PL) ha solicitado el impeachment de parte del voto electrónico. máquinas, el mensaje que envían a sus seguidores es que la disputa electoral sigue abierta”, explica Pedro Moisés.

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"Si ni siquiera los actores del juego político democrático reconocen [los resultados de las encuestas], ¿cómo reconocerán estos activistas?? Por tanto, estas oleadas de violencia tienen un objetivo claro: perturbar el proceso de transición y, como consecuencia, destruir el Estado democrático de derecho”, concluye.

¿Invasión del capitolio al estilo brasileño?

Bolsonaro y sus seguidores tienen, en la historia reciente, un ejemplo de lo que son capaces de hacer los seguidores antidemocráticos: se considera la invasión del Capitolio –el Congreso norteamericano, el corazón político de EE.UU.– llevada a cabo por partidarios de Donald Trump. un ejemplo de activismo para la extrema derecha. Imitar esta acción aquí todavía es una posibilidad.

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