La necesidad de mantener el distanciamiento físico y la reducción de las actividades presenciales han afectado negativamente la salud mental de los jóvenes, que muchas veces dependen del contacto social para sentirse conectados y pertenecer a un grupo.
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“No hay una sola región, grupo lingüístico o país donde la disminución del bienestar mental en las generaciones sucesivamente más jóvenes no sea evidente. Esto se traduce en un aumento dramático en el porcentaje de cada generación más joven que sufre problemas mentales o luchas en un nivel que califica como de naturaleza clínica o que requiere ayuda profesional”, señala el estudio internacional.
En la clínica de la psicóloga Mariana Azevedo, especialista en salud mental y dependencia química, se registró un aumento significativo en el número de servicios brindados a niños y adolescentes, por lo que fue necesario brindar capacitación para atender a esta población.
“La pandemia ha aumentado el número de visitas a jóvenes con trastornos mentales, incluidas depresión y ansiedad. Además, la falta de contacto social, el aislamiento y la incertidumbre sobre el futuro se encuentran entre los factores que más contribuyen al empeoramiento de esta situación”, señala Mariana Azevedo.
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La psicóloga identificó un fenómeno curioso entre los jóvenes: la necesidad de simbolizar angustias y frustraciones existenciales en el cuerpo a través de los tatuajes.
“Notamos este aumento en los intentos de aliviar el malestar, la angustia, el malestar, a través del cuerpo, a través de los tatuajes”, explica.
La pandemia también trajo cambios significativos en la forma en que interactúan los jóvenes.
Los tiempos de aislamiento han cambiado la forma en que estos jóvenes interactúan socialmente, especialmente después de haber sido privados del ambiente escolar debido al aislamiento social.
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“Una de las cosas que marca la adolescencia es esa separación del núcleo familiar para una constitución del sujeto. Y en ese contexto, la interacción entre jóvenes que se daba en la escuela dejó de existir por las restricciones y el aislamiento social”, explica.
Abuso de alcohol y drogas
Según la psicóloga Mariana Azevedo, hay un aumento dramático en el porcentaje de cada generación más joven que sufre trastornos mentales y busca refugio en el alcohol y las drogas.
“Con este nuevo escenario, algunos pacientes comenzaron a tener acceso a medicamentos psiquiátricos y a abusar de estas sustancias. Por ejemplo, hubo un aumento significativo en el uso de Ritalin”, afirma la psicóloga.
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El exceso de libertad y acceso a la información creó un contrapunto entre familias liberales y otras más cerradas y dogmáticas.
“Lo que observé durante la pandemia es que la convivencia de estas familias tan dogmáticas era literalmente enloquecedora”, dice Mariana Azevedo.
La falta de tratamiento perjudicó a quienes ya padecían trastornos
Aquellos que ya padecían trastornos mentales antes de la pandemia vieron su condición empeorada por la falta de acceso a tratamientos de salud mental adecuados.
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Pese a la preocupante situación, la psicóloga destaca un aspecto positivo de esta pandemia, que fue la reducción de los prejuicios contra la terapia y otros procesos de autoconocimiento.
“Mucha gente empezó a buscar terapia para tener calidad de vida. Y ahora pueden hablar de lo que sienten, de sus vivencias, sin que sea necesario 'confesarlo'. Terminan apoyándose en esto para permitirse hablar de algo que les causó malestar, por ejemplo”, añade.
(Fuente: Agência Brasil)
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