Créditos de la imagen: AFP

La lucha contra el calentamiento global está en juego en las elecciones presidenciales de Brasil

Faltando sólo 3 días para las Elecciones de 2022, otro elemento importante para la reflexión del electorado: ¿cómo ha sido tratada la lucha contra el calentamiento global por los candidatos a la Presidencia de la República? ¿Cuáles son las críticas a los dos líderes de las encuestas de opinión, Lula (PT) y Bolsonaro (PL), que ya ocupaban el puesto que ahora se disputa?

La imagen marcará el gobierno del presidente Jair Bolsonaro: el cielo oscurecido a media tarde en São Paulo a causa del espeso humo provocado por los incendios en la Amazonía.

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Era el 19 de agosto de 2019, menos de nueve meses después de que Bolsonaro llegara al poder. Las imágenes de la nube negra viajando miles de kilómetros han provocado indignación mundial por la acelerada destrucción de la selva tropical más grande del planeta.

Tres años después, el presidente se presenta a la reelección con un historial en cuestiones ambientales consideradas desastrosas por los ambientalistas.

Durante el mandato del ex capitán del Ejército, la deforestación promedio anual en la Amazonía Legal -causada principalmente por la tala de árboles para dar cabida a cultivos y ganadería- aumentó un 75% respecto a la década anterior.

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El año pasado, el presupuesto dedicado a las organizaciones públicas de preservación ambiental disminuyó un 71% en comparación con 2014, cuando alcanzó su máximo, según un estudio elaborado por la Universidad Federal de Río de Janeiro y la ONG Instituto Socioambiental.

Bolsonaro despidió a empleados que se resistieron a sus políticas ambientales, criticó a líderes internacionales con discursos nacionalistas sobre “nuestra Amazonía” y fue acusado de mantener el apoyo a las actividades agrícolas y mineras en detrimento de mantener en pie el bosque, incluso en áreas protegidas, como reservas indígenas.

Para científicos y ambientalistas, las polarizadas elecciones del domingo (2), en las que Bolsonaro (PL) se enfrenta al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT), favorito en las encuestas de intención de voto, tendrán consecuencias potencialmente enormes para el planeta.

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"Esta es la elección más importante en la historia de Brasil", dice Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatório do Clima, una red de grupos ambientalistas.

“Es una decisión muy radical la que vamos a tomar en esta elección. Elegiremos si la Amazonía sigue viva o habrá una sentencia de muerte con la reelección de Bolsonaro”.

Bolsonaro, a contracorriente 

Las cuestiones medioambientales han atraído poco interés en la campaña en comparación con las cuestiones socioeconómicas en un país donde 30 millones de personas pasan hambre.

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Pero en medio de la lucha contra calentamiento global, el tema despierta interés más allá de las fronteras de Brasil.

Scott Denning, experto estadounidense en cambio climático de la Universidad de Colorado, admite que no sigue la política brasileña, pero dijo que seguirá con atención lo que sucederá con la Amazonía, que tiene el 60% de su territorio en Brasil.

Las investigaciones muestran que el bosque, que hasta hace poco ayudaba a absorber las crecientes emisiones de carbono, ha comenzado a emitir más de lo que absorbe.

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Y estas emisiones del Amazonas se duplicaron en los dos primeros años de mandato de Bolsonaro hasta representar el equivalente al 5% de las emisiones de combustibles fósiles del planeta.

“Otros cuatro años así y habrá mucho CO2. El Amazonas es una enorme esponja de carbono viva. Pero ahora estamos talando y quemando árboles más rápido de lo que pueden regenerarse”, explica Denning.

"El resto del mundo está luchando por reducir las emisiones de combustibles fósiles y Bolsonaro va en la dirección opuesta".

Críticas a Lula 

En un comunicado, la campaña de Bolsonaro defendió el legado del presidente, “equilibrando la protección ambiental con un crecimiento económico justo y sostenible para todos y beneficios sociales”.

Pero Lula también ha sido criticado por su historial ambiental, particularmente su decisión de construir la gigantesca planta hidroeléctrica de Belo Monte en el Amazonas.

Su primer año en el gobierno, 2003, fue el segundo peor en términos de deforestación, con 27.772 kilómetros cuadrados de tala de árboles en el Amazonas, el doble de los 13.038 km2 de 2021, durante el gobierno de Bolsonaro.

Sin embargo, posteriormente el gobierno de Lula redujo la deforestación en un 75% a niveles récord.

Hace dos semanas, el ex presidente obtuvo un apoyo clave de su ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, quien abandonó su gobierno en 2008, desencantada por sus políticas en la Amazonia.

El activista medioambiental Claudio Angelo, que trabajó en la fallida candidatura de Marina en 2018, afirma que las cuestiones medioambientales no son una prioridad para Lula.

Pero los activistas confían en que no puede ser peor que Bolsonaro.

“Lula no tiene esa agenda en su corazón, pero no es estúpido. Sabe que Brasil necesita –que él necesita como presidente– recuperar credibilidad internacional, atraer inversiones. Y esto implica una gestión medioambiental responsable”, afirma Angelo.

Ex líder sindical promeaumentar los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, acordados por Brasil en el Acuerdo de París, reactivar el Fondo Amazonía para la financiación internacional para proteger el bosque y combatir “sin descanso” la deforestación.

(Con el AFP)

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