Créditos de la imagen: AFP

El cambio climático disipa la neblina del bosque nuboso en Costa Rica

En el bosque nuboso de Monteverde, en el centro de Costa Rica, la niebla densa en medio de una frondosa vegetación es cada vez más rara y la temperatura aumenta cada año debido al cambio climático.

Donde antes se escuchaba el incesante goteo del agua condensada entre las copas de los árboles, ahora se escucha el crujir de las ramas bajo los pies de los turistas, que caminan por senderos secos que deberían estar empapados.

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El bosque resiste con una paleta infinita de tonos verdes, ante el aumento global de las temperaturas y la disminución de la humedad, pero la nubosidad que siempre lo ha rodeado es cada vez más escasa o prácticamente inexistente, dice resignado el guía Andrey Castrillo. .

"El bosque debe estar fresco", afirma. “Deberíamos escuchar las gotas caer por toda la selva y eso ya no sucede. Ocurre en las estaciones más lluviosas y ventosas, cuando todavía dura un poco”, destaca la guía de 24 años.

“Aquí no se ve el sol, o no lo viste. Teníamos unos 30 días de sol al año. Hoy tenemos más de 130”, añade Castrillo.

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La reserva natural privada de Monteverde se encuentra a 1.400 metros sobre el nivel del mar y abarca 14.200 hectáreas de área protegida. Es el hogar de 100 especies de mamíferos, 400 aves y 1.200 anfibios.

Este particular ecosistema forestal cubre el 1% del territorio mundial de zonas tropicales o subtropicales en lugares montañosos y con condiciones atmosféricas únicas que permiten la nubosidad.

“Las nubes a nivel superficial suelen formarse a partir de una saturación de humedad superior al 90%, acompañada de temperaturas que generalmente oscilan entre los 14 y 18 grados (Celsius)”, explica la investigadora Ana María Durán, del Centro de Investigaciones en Contaminación Ambiental de la Universidad de Costa Rica.

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La estación meteorológica de la Universidad de Costa Rica en Monteverde indica que, desde 2017, la temperatura promedio ha fluctuado entre una máxima de 26,82ºC y una mínima de 4,5ºC.

"Eso me hace triste"

Durante más de 20 años, Durán visitó Monteverde, en la provincia de Puntarenas, aproximadamente a 140 kilómetros de la capital San José.

La nubosidad “casi permanente” que caracteriza a este ecosistema genera la sensación de “prácticamente caminar entre las nubes”, dijo Durán, de 38 años.

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La visibilidad debería ser de sólo un metro desde el sendero, pero ahora es posible ver la profundidad del bosque en una mañana con temperaturas superiores a los 25ºC y un cielo despejado y sin nubes.

Los turistas agradecen el clima mientras exploran el bosque vistiendo camisetas sin mangas, pantalones cortos y sandalias, en lugar de usar botas e impermeables, como sería generalmente necesario en el bosque nuboso.

Según los expertos, el cambio climático también afecta a Monteverde y la nubosidad que antes se generaba y mantenía entre las copas de los árboles supera ligeramente la altura de las cimas de las montañas.

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“La base de la nube ya no está en la superficie, pues cada vez empezamos a verla más arriba”, explica Durán.

“Llegar a Monteverde y enfrentarme a condiciones tan secas y no a las nubes, que vi, por ejemplo, hace 20 años, cuando comencé a visitar el ecosistema, obviamente trae una tristeza enorme”, resalta lamentable el investigador.

Extinción de especies

La mayor temperatura, menor humedad y mayor radiación despejan las nubes de Monteverde y aumentan la amenaza a las especies de flora y fauna.

El musgo se seca sobre la corteza de árboles enormes, los ríos se han convertido en arroyos y los anfibios son las primeras especies afectadas por el cambio climático.

La bióloga Andrea Víncent, profesora de la Universidad de Costa Rica, explica a la AFP que el desequilibrio hídrico es “muy grande”, pues hay menos agua de la que necesita el ecosistema.

“La disminución [en el número] de anfibios en el bosque nuboso podría ser una señal de alerta”, indica.

La “Incilius periglenes”, conocida como rana dorada o de Monteverde, por ejemplo, ya ha sido afectada y es considerada una especie extinta desde 2019, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

“Habrá muchas extinciones” con el cambio climático, advierte el biólogo de 42 años. “Un bosque nuboso que ya no tiene formación de nubes va a desaparecer, no hay alternativa”, lamenta.

Por ello, apela a atacar este “escenario desalentador” producido por el cambio climático.

“Los ecosistemas son resilientes y si hacemos un esfuerzo para detener el cambio climático, es posible que los bosques nubosos no regresen durante nuestra vida. Pero, tal vez, sí en las próximas generaciones”, afirma Vincent.

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