Según el instituto, en las tres ciudades hay una distribución desigual de las consecuencias de los desastres ambientales, agravados por el cambio climático.
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La población negra y de bajos ingresos es mayoritaria en las zonas consideradas de riesgo. Por el contrario, los lugares cartografiados donde hay poco o ningún riesgo están habitados por personas blancas con mayores ingresos.
El estudio demuestra que la ausencia de políticas públicas favorece El mantenimiento del racismo ambiental., concepto utilizado para referirse al proceso de discriminación que sufren poblaciones periféricas o minorías étnicas.
“Los impactos ambientales en las ciudades se producen socialmente: no son sólo el resultado de fenómenos climáticos, sino el resultado de la negligencia de las autoridades públicas”, afirma Ana Sanches, investigadora del Instituto Pólis.
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En Recife, por ejemplo, los investigadores identificaron 677 zonas de riesgo de deslizamientos de tierra. El ingreso promedio por hogar en la región no supera los R$ 1,1. Esto representa menos de la mitad de la media municipal. En estos lugares, la población negra es del 68%, mientras que la tasa de viviendas encabezadas por mujeres de bajos ingresos es del 27%.
(Foto superior: Clauber Cleber Caetano/Agência Brasil/Reproducción)
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