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La sequía y el calor alimentan incendios forestales sin precedentes en Canadá

Vegetación seca, temperaturas récord y fuertes vientos: esta acumulación de fenómenos explica por qué Alberta, en el oeste de Canadá, está sufriendo este año incendios forestales de una magnitud sin precedentes.

Según los científicos, la magnitud de los incendios y su aparición antes de lo normal ilustran los impactos del cambio climático.

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Debido a su ubicación geográfica, Canadá se está calentando más rápido que el resto del mundo. Por lo tanto, es cada vez más probable que estos fenómenos se produzcan con frecuencia.

“En total ya se han quemado 390.000 hectáreas. Eso es 10 veces más que un año normal y todavía estamos comenzando”, dijo Danielle Smith, primera ministra de Alberta, donde se ha declarado el estado de emergencia.

"Es un acontecimiento extraordinario (y) sin precedentes, por lo que creo que tenemos que estar preparados para el futuro", dijo a la prensa el martes.

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Casi 30.000 personas recibieron la orden de abandonar sus hogares mientras cientos de bomberos trabajan para controlar las llamas.

"Es un año excepcional porque la acumulación de superficies quemadas es muy rápida, así como el número de incendios muy grandes al mismo tiempo", afirmó a la AFP Yan Boulanger, especialista en incendios forestales del Ministerio de Recursos Naturales de Canadá.

La gran mayoría de los incendios se producen por la acción humana, provocados por colillas de cigarrillos, hogueras no apagadas adecuadamente y, en ocasiones, actos dolosos, enumeró.

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El peligroso mes de mayo

La primavera es una época de riesgo para los incendios en esta región de Canadá: ya no hay nieve en el suelo y las plantas aún no han vuelto a crecer.

"Terminamos con maleza muy seca y árboles que son muy inflamables porque no tienen hojas", dijo Boulanger. "Las condiciones durante las últimas semanas han sido muy secas".

“Este es siempre un momento peligroso”, destacó Terri Lang, meteoróloga del Ministerio de Medio Ambiente.

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A principios de mayo se produjo un fenómeno meteorológico que “trajo a la provincia condiciones de calor y sequía realmente anormales para ese momento”, dijo el experto a la AFP.

Un pico de alta presión impidió la llegada de lluvias y mantuvo el calor, lo que provocó la superación de varios récords de temperatura en la región.

En Edmonton, la capital provincial, las temperaturas alcanzaron los 28,9º el 1 de mayo, un máximo histórico desde los 26,7º de 1931. Y el jueves alcanzaron los 32,2º en Fort McMurray, en el norte.

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A esto se sumaron vientos favorecidos por las diferencias de temperatura entre el frío del norte y el calor del sur. "Fue la tormenta perfecta", dijo Lang.

Boulanger dijo que “si las condiciones siguen siendo extremas, esto podría durar semanas o meses”.

El experto forestal recordó que, en mayo de 2016, el gigantesco incendio de Fort McMurray, ciudad conocida por su enorme complejo industrial de arenas bituminosas, tardó casi un año en apagarse.

Más común con el calentamiento global

Diana Stralberg, investigadora del Ministerio de Recursos Naturales en Edmonton, explicó que el cambio climático causado por el hombre está extendiendo la temporada de incendios y provocando que se produzcan “condiciones extremas de incendio” con mayor frecuencia.

"Aunque el fuego es un proceso natural de renovación forestal, los incendios más frecuentes, así como los incendios seguidos de sequía, pueden interrumpir la regeneración de las coníferas" y provocar la reducción de la superficie forestal en favor de los pastos, explicó a la AFP este especialista en clima.

Poco a poco, el bosque se reduce, con consecuencias directas para decenas de especies de aves migratorias y renos.

"Los modelos para predecir las condiciones futuras de incendios y vegetación han demostrado que, en escenarios de calentamiento de alto nivel, hasta el 50% del bosque boreal de Alberta podría estar en riesgo de convertirse en pastizales para finales del siglo XXI", dijo Stralberg.

El aumento de los incendios también implica grandes emisiones de gases de efecto invernadero, que intensifican aún más el cambio climático, en un mecanismo que los investigadores denominan “círculo de retroalimentación fuego-clima”.

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